jueves, 27 de diciembre de 2012

La fábula del pendejo


Se cuenta que en una ciudad del interior un grupo de personas se divertían con el pendejo del pueblo, un pobre infeliz, de poca inteligencia, que vivía haciendo pequeños mandados y limosnas.

Diariamente algunos hombres llamaban al pendejo al bar donde se reunían y le ofrecían escoger entre dos monedas: una de tamaño grande de 400 reales y otra de menor tamaño, pero de 2000 reales. Él siempre escogía la más grande y menos valiosa, lo que era motivo de risas para todos.

Un día, alguien que observaba al grupo divertirse con el inocente hombre, le llamó aparte y le preguntó si todavía no había percibido que la moneda de mayor tamaño valía menos, y éste le respondió: 'Lo sé, no soy tan pendejo. Esta vale cinco veces menos, pero el día que escoja la otra, el jueguito acabará y no voy a ganar más mi moneda'.

Pendejo, pendejo no era...




lunes, 17 de diciembre de 2012

Así somos los hombres... Dicen.


Se hunde una embarcación, y un hombre se agarra de un tronco y se salva. 

Flotando, a lo lejos, mira una negra cabellera en el mar y la atrae hacia él. El naufrago descubre que es una mujer viva, la toma del cuello y juntos llegan a una isla desierta.

Al llegar a la 
isla descubre que se trata de Salma Hayek!!

Por salvarla y estar en una isla desierta como agradecimiento ella se entrega con pasión total. 

Pasa un año sin que los rescaten y ella empieza a notar que él cada día está más triste, por lo que le cuestiona la razón de su tristeza. 

El tipo no contestaba, hasta que un día, de tanto insistir la mujer, el hombre la lleva al baúl de ropa que rescataron del naufragio y le dice: 

-Te voy a pedir que te vistas con este pantalón, esta camisa y sombrero de hombre; además, que te pongas este bigote postizo.

- A Salma esto le pareció un tanto extraño, pero como se trataba de la felicidad del hombre que le salvó la vida, aceptó. 

Para darle un toque final, el hombre le pinta una espesa barba a la Hayek. 

Después la invita a caminar por la playa; Salma, más extrañada aún, no sabe ni que hacer. 

En eso, el hombre rompe el silencio y dice:

-Oye Wey no mames!! A que no sabes a quién me estoy cogiendo!!